viernes, 17 de agosto de 2012

Ruido.



Son los pasos que te corretean
las antorchas amarillas
que cambian cuando
partes a otro océano
mientras todos se despiden
de tus errores
pues de nada servirá
recordarlos
si nunca volverás
a tocar sus manos
en los días
de diciembre
o en la época que octubre
amanece
con una corbata en medio
como un muro de Berlín
recién cocido
creyendo que allí
será el nacimiento
de tu planeta
cuando
colapsarán las montañas
antes que fallezcas
en una tumba ruidosa.


domingo, 12 de agosto de 2012

Oda a la momia


Somos las momias que persiguen las luciérnagas
y cambian su piel como las estaciones
Donde se desaparecen las hojas
y surgen los árboles
con raíces de plata
donde todos los que se besan
se sientan a contemplar
el océano de cielo
y decirse que esta eternidad
la fundé para que los demás
jugaran a ser un mundo
apenas nacido.
Somos las momias que bailan al son de una luna roja
Los demás nos cantan y
Descubren que las cicatrices
Indican nuevas islas donde se guardan
Las sombras de los objetos
Y los mapas que esconden
Los ojos de los grandes piratas.
Que si somos momias o no
Estamos bailando porque los pies nos llaman
A los pueblos que son conquistados
Con el amuleto del afecto
Donde cogemos cada uno de los frutos
Que se guardan en tu espalda
Y crecen ramas para que puedas volar
Sobre el cosmo diciendo
Esto no es una canción
De momias.

lunes, 6 de agosto de 2012

domingo, 5 de agosto de 2012

Parecidas




Tenemos algo en común, desde un ombligo en medio del universo hasta la silueta. Beso tu ombligo, el centro de las constelaciones, lo que divide la leche del pelo hirsuto. Beso tu ombligo y lo rodeo en un diámetro transparente, como apropiándome de algo no mío. Se contrae porque siente cosquillas, o eres tú quizá. Es que tu ombligo es una fosa transversal. Se dirige a un punto inconcluso. Sigo buscando detrás del ombligo y la reja no me permite seguir. Lo entiendo. Tenemos algo en común. Es como si me tocara. Como esos ojos tuyos que me persiguen. Las cejas delgadas, la boca. Decido encontrarlos. Es jugar a cíclope sin la obviedad. Permitirse caer en el juego. Acariciar tu cabello erizado y viejo, el rostro y palmear las manos. Atraparte junto a mí que somos tan iguales. No necesitamos de alguien más tosco, insano y con un letrero en la entrepierna. Un camino en medio, dividido con una segueta que complemente el equilibrio de la creación. No necesitamos, además pertenecer a la sección de niños y vientres anchos. Con palmear tus manos me doy cuenta que los beso al instante. Me exigen llenarlos. Pero se deslizan a la par. Tramposos. Hay dos botones que los humedezco sin importarme el suéter que lleves encima. Los humedezco. Tan parecidos a los míos. Imagino que crecen como volcanes y luego se apagan. Se repite la época, el cíclope y mejor aún digo que todo ha pasado y te quedas en silencio. Igual te haces la que no reconoces. Pero te gusta e intentas jugar conmigo. Ahuyentamos los sonidos esféricos. Alguien toca la puerta e intenta abrir pero el intento es inútil. Como la vez que nos encontraron bajo la lluvia. Nos encontraron unas chicas que envidiaban nuestro juego. Se hacían las víctimas de Eros pero les gustaba más el cigarro con filtro. Preferían la perversidad animal a la meramente humana. Tenías fiebre, eso sí que recuerdo y se te subía al nivel de los pechos. Como mares. Como dos copos de nieve que se derretían y se hacían polvo. Las chicas que nos encontraron se quejaron con los maestros inventando que las faldas estaban más arriba. Y nos regañaron. Hablaron contigo y conmigo de manera individual. Mientras me tocaba observé los cuadros y más de alguno tenía ángeles. Por qué les hacían penes cuando eran asexuales, niños que no iban morir ni nacer. Que si tenían algo, no tenían nada parecido. Entraban y salían la que nos descubrieron. Una de ellas se metió a un salón y veía cómo se despojaba de las ropas mientras otro la admiraba. Pero si hacían lo mismo que tú y yo, y de eso se quejan. Bichito bonito qué tanto te dirán. Así te decía, te acuerdas cuando te decía Bichito. No sé qué tenía en la cabeza. Saliste cabizbaja y sin ganas de verme. Me señalaron. Entré a la dirección. Tuvo piedad de mí con permitirme el asiento. Señorita Rosaura, usted sabe que esta institución tiene reglas estrictas para el comportamiento debido de las chicas, creo que no es apropiado el romper las reglas ni atreverse a doblegar la autoridad, por lo que se le pide que recapacite su actitud y haga conciencia permitida…. Siguió parlando a lo bruto porque me asomaba a ver la queja del salón. Como una forma indiscutida, aunque haya gritado y denunciado a la alumna y al profesor, hacía caso omiso. Intenté evadirlo aunque los regaños eran inevitables. Salí. Creí que a ti te fue peor con la llamada de atención. Me ignoraste durante días, semanas y meses, incluso años. Te hiciste la de otra vida y estuviste a punto de casarte. Como si me intentaras desprender de un mal entendido y pensar que con la otra mitad, difícilmente parecida, te complementarías. Bichito, te destruirán. Te destruirán con la fuerza, el manotazo, con los golpes, te destruirán, pensaba. Te destruirán otra vez o peor. Y sí, a medio destruir te dejaron. A las siete de la noche, con la lluvia en años posteriores, tocaste la puerta. Antes de llorar te abrazaste a mí y te dejaste caer para que te llevara a descansar por fin. Porque te lo merecías Bichito ahora que no eres Bichito, te merecías el cuidado al atravesar los disgustos masculinos. Que nos apartaron porque tenías razón de irte de mí, hiciste lo mejor al huir y el que te quedaras conmigo, como dijiste, Siempre quise concluir lo que habíamos dejado pendiente, te tengo aquí besándote los mismos párpados, los mismos botones humedecidos y los labios que te mordieron, iguales a los míos. Te beso el ombligo, desde el principio, como podría hacerlo tu mitad idéntica, sin ánimo de pelear porque soy igual de débil que tú y temerosa. Que empezar de cero es indagar en la fórmula que me ofreces y la quiero seguir sin perder el juego. Tenemos tanto en común y te importa un comino saber si perteneces a una identidad o al espacio en blanco. A lo mejor y un grupo de ángeles nos abrace porque nos considera dentro de su familia. En eso somos tan parecidas.       

jueves, 2 de agosto de 2012

...


Parte del silencio
esconde esa palabra
incomprendida:
metamorfosis. 

Piano


La eternidad no es para mí / tampoco permanecer en la tumba que te escarban / somos un espectro de lo que nunca dejamos / los árboles sin tener semilla / el piano jamás tocado. Los objetos se quedan con los demás / nosotros los dejaremos / abandonaremos los espíritus que nos acompañaron / las estelas cubiertas en las almohadas / dejaremos el cielo rojo amarillento a punto de colapsar un volcán / tiraremos los residuos de agua donde lavamos nuestras caras / perderemos los dados que jugaron con la muerte a no nacer en un vientre sino en una ilusión / nos quedaremos mudos de los oídos / huecos en los labios y secos en los ojos / seremos parte de la ceniza  y de esa memoria que nos revive en cada noche mientras alguien nos pisa el cuerpo para enterrar a otro con miedo al olvido.