domingo, 15 de abril de 2012

Las horas





Son las horas a veces corriendo
aullando o gritando. Se desesperan.
Quieren huir del tiempo.
A veces se sujetan
y el hilo se rompe antes de permanecer
en silencio.
Las horas se destinan.
Suelen despintarse
en un museo    o también aquí.
Se hincan por los viejos tiempos
               aún no transcurridos.
Prefieren callarse   
incluso como la hora trece o catorce
se cosen la boca  para evitar la comida
y el diecisiete se rompe las muñecas
para no ver la ciudad destruida.
                        Se impacientan.
Paren de tres o cinco mil hijos al minuto
y no se sacian con sus ojos
o con sus dedos. Imaginan
sus vidas   perfectas  
         o sin pretérito.
Y cuando ven salir a la indicada
ya no se acuerdan
    no olvidan
    ni saben por qué de su impaciencia:
cuando la ven entienden
       que no hay remedio para  
evitarla o  multarla
porque
              detrás de sus espaldas
              ya no hay de qué quejarse.
  

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